Capítulo 4
Me levanté a las tantas
de la madrugada, empapado en sudor y con la cama completamente deshecha. Me
había pasado toda la noche dando vueltas y más vueltas hasta que, al fin, había
conseguido dormirme. Sudor, sueño, era todo lo que había en mí en ese momento.
No era capaz de despejar mi cabeza, y cuanto más lo intentaba más volvían mis
testarudos pensamientos a Lara y a aquel asesinato. El miedo se apoderaba poco
a poco de mi subconsciente. A pesar de que era un incidente aislado y que era
difícil que se tratase de un asesino en serie, no paraba de preocuparme que
fuera familiar de Luna y Lara, y pensar que había estado tan cerca de ellas y
que ellas podrían ser las siguientes todavía me asustaba más. Me dirigí al baño
a despejarme, no sin antes mirar el reloj: las 4:37 de la madrugada. Demasiado
pronto para ir a clase, demasiado tarde para volver a dormir. Sólo quedaba
esperar, hacer tiempo hasta la hora de ir a la universidad. Me lavé la cara y
fui a la cocina a prepararme un café bien cargado. No me iba a servir de mucho,
ya que sabía que el sueño me invadiría en el momento más inoportuno, pero al menos
me mantendría ocupado durante 10 o 15 minutos y despierto hasta las 12 de la mañana
aproximadamente.
Encendí el televisor y
todo lo que hacían eran programas de tele-tienda y tarot. Cada vez me parecía
más insulsa la televisión y la veía menos. Aquella caja tonta llena, de programación
que no veía nadie o que dejaban mucho a desear acerca de la poca cultura del
país en el cual me encontraba, provocaba en mí un desprecio hacia la sociedad
capaz de tragar toda esa porquería. Me dediqué a limpiar y ordenar un poco la
casa, recoger mi habitación y limpiar los cacharros de la cocina haciendo el
menor ruido posible para no despertar a alguno de mis vecinos. Para cuando me
quise dar cuenta eran las 7:30 de la mañana y tenía que empezar a recoger las
cosas, ducharme e ir a clase. Aun así, la clase de psicología social no me
sacaba nada de la cabeza hasta que empezamos a hablar de cómo hacer un perfil
psicológico. Esa parte me interesó mucho. Estuve atento y, durante toda la
clase, mis pensamientos fueron a otro lugar, a otro momento completamente
diferente al mío, como si fuese un universo paralelo. Era como si mis
preocupaciones y problemas se hubiesen evaporado para hacer que mi vida,
durante apenas 2 horas, fuese tranquila y normal. Con la ilusión de la
distracción pensé que ya había pasado, todo lo que me pasaba por la cabeza no
me rondaría más, pero me equivocaba. A pesar de todo, aquello me daba vueltas y
más vueltas. Cuando llegué a casa me puse a trabajar al instante. Quería
mantener mi estado de ánimo de clase durante el mayor tiempo posible y no volver
a mi realidad, con tantos cambios durante estos últimos meses. Desde que entré
en la universidad mi vida había cambiado mucho y, aunque en parte me gustaban
los cambios que habían surgido, había tantas cosas que me habían trastocado mi
tranquilidad y mi rutina que me planteaba cómo volver a mi estabilidad
pre-universitaria. Aun así intentaba parecer lo más normal posible, no me gustaba
que la gente se preocupase por cosas mías que pasaban por mi cabeza, y menos
todavía si se trataba de Lara o Luna, ya que, además de mi preocupación,
aumentaría la suya y se sentirían culpables por hacerme sentir así.